jueves, 13 de diciembre de 2007

PIENSA ANTES DE ACTUAR.....









EL HOMBRE POR NATURALEZA......
A la Psicología como ciencia le compete proveer respuestas al atentado a las torres Gemelas, que podríamos categorizar como un magnicidio, como un fenómeno que aparentemente no tendría respuesta. El rol de Psicología no sólo tiene el afán de conocimiento “científico” sino su intención deberá ser el coadyuvar a modificar los posibles defectos del sistema de vida propio de la “civilización occidental”, que a partir de este hecho ha evidenciado más nítidamente su fragilidad. Esto desde un punto de vista de la imparcialidad científica que le compete.

Fragilidad que el terrorismo extremo ha evidenciado poniendo al descubierto el vínculo perverso que presenta en el Occidente demasiado bienestar material coexistente con “la violencia de la pobreza sin esperanza”, tal como lo afirma Luciano Peirone en un artículo editado en internet y reciéntemente aparecido titulado “Extreme Terrorism and its Paradoxical Psychological Lessons”

Y no solo se precisa presentar esta afirmación sino también es evidente la imagen que nos presenta el famoso literato Paulo Coelho quien sustenta que se ha hablado mucho sobre la Paz, pero la mayor parte del tiempo se han conducido guerras. La guerra no es la alternativa correcta, se siguen utilizando viejos métodos para nuevos desafíos, dicho viejo método es la guerra. En esta guerra hay personas inocentes que sufren, de ambos lados.


Las múltiples imágenes dramáticas y de gran visibilidad, que hemos podido observar son un referente inescapable para analizar dicha realidad, la población afectada en esta circunstancia ha quedado impactada, tanto individual como colectivamente, y se verá obligada a generar adaptaciones múltiples a las nuevas realidades.

El patrón individual característico corresponde al de stress post-traumático, que compromete todas las áreas del psiquismo: cognitivas relacionadas a alteraciones del pensamiento y de la conducta llegando incluso a dificultades para la toma de decisiones; una emocionalidad intensa, acompañada de miedo e irritabilidad, aparición o agravamiento de síntomas físicos, alteraciones en las relaciones interpersonales así como un generalizado sentimiento de inseguridad colectiva en los símbolos de poder y de seguridad que hasta momentos previos al ataque casi toda la sociedad norteamericana poseía, expresado en un sentimiento de invulnerabilidad.

Temor a la destrucción, sentimiento de vulnerabilidad y al daño es otra de los impactos que se ha podido detectar, la respuesta de la Asociación de Psicólogos Americana fue la de aconsejar a la población tomar medidas para una menor exposición a los niños y/o el esclarecimiento correspondiente por parte de los mayores.

Sentimiento de pérdida de control y de la capacidad de enfrentamiento cognitivo, actitudinal ante nuevas o complejas situaciones. Ello se evidenció en las explicaciones asumidas no sólo por la mayor parte de la población sino fundamentalmente por los líderes gubernamentales llegando a categorizaciones polarizadas de un nivel primario.

La desconfianza y disposición hipervigilante y suspicaz (o cognición paranoídea), como consecuencia de un sentimiento de inseguridad colectiva es coincidente con actitudes y conductas negativas contra los exogrupos, especialmente para los miembros estigmatizados. Ello necesariamente ha conducido y llevará a discriminaciones y xenofobia y violencia intergrupal. Ahora expresada en las torturas infligidas a los prisioneros iraquíes.

Respuestas ante los efectos psicosociales

Un mecanismo compensatorio y de reacción a los procesos de globalización sin rostro es el incremento de lealtad y sentimiento de identidad con diversas agrupaciones sociales, si bien es cierto que durante 1992 se dio una polémica marcada entre los liberales y los comunitaristas, pareciera que la tendencia actual daría razón a los segundos. Dicho proceso compensatorio coexiste, como lo vimos en el párrafo anterior con la agudización de conflictos étnicos, religiosos o internacionales.

Otro plano en el que se presenta el impacto de dicho evento es el riesgo de debilitamiento de los valores democráticos, de respeto a la diversidad y el fortalecimiento de las identidades sociales primarias. Los grandes pasos dados por las Naciones Unidas, en particular la UNESCO en pro de la convivencia social aparentemente se fragilizan.

El fanatismo e infinito espíritu de sacrificio debe ser contemplado en cualquier análisis que se precie de imparcial. Esta es una fuerza que se sustenta, en el presente caso, en la ideología religiosa llevada a sus límites.

Es necesario reconocer como el poder máximo de la hipertecnología ha reducido la responsabilidad de la inteligencia humana, expresada como pasividad humana ante la fuerza del polo mecánico-informático, en una época en la que presume que la sociedad del conocimiento genera mecanismos e instrumentos que se supone la llevaran a buen camino, nos referimos a la “gestión del conocimiento”.

Por último, una existencia de patrones “morales” que no pueden ser ignorados se ha hecho presente en el escenario internacional de una manera perversamente visible, esa dimensión también deberá ser considerada en la generación de respuestas que la Psicología y otras disciplinas científicas tendrán que proponer para aquel propósito de modificar los defectos de los sistemas de vida proveídos por la sociedad occidental. Ello nos podría señalar algunos caminos alternativos a la desesperación-exasperación expresadas tan crudamente y en dimensiones magnificadas de lo que nos tocó vivir a nosotros en la década de los ochenta.

REFLEXIONANDO CON EL MUNDO














REFLEX.....



El atentado terrorista del 11 de Septiembre de 2001 produjo efectos económicos de primera magnitud a nivel mundial. La economía norteamericana que estaba debatiéndose entre el crecimiento y la recesión en el tercer trimestre del 2001, entró con fuerza en una recesión a raíz de estos acontecimientos. Las fuerzas económicas más importantes que hundieron a Estados Unidos en una recesión fueron dos: un efecto riqueza y un shock sectorial.
En primer lugar, existió una importante caída en la riqueza como efecto inmediato del desastre. Se calcula que la caída bursátil en la semana que siguió a la caída de las torres gemelas de Nueva York significó una caída en la riqueza de alrededor de 1,2 trillones de dólares. Afortunadamente en los meses que siguieron al atentado, se revirtió gran parte de esta caída, y una fracción importante de esta pérdida fue en definitiva recuperada. Sin embargo, el shock negativo de riqueza tuvo un efecto no despreciable en el consumo, que se puede arrastrar un par de trimestres en la economía de Estados Unidos.
En segundo lugar, un fuerte shock sectorial negativo afectó importantes sectores económicos, con efectos más duraderos. La industria aérea, la industria hotelera, los seguros, las agencias de viaje, y el turismo son los sectores más evidentemente perjudicados con esta acción. En el caso de la industria aérea, las empresas redujeron una fracción significativa de sus trabajadores y disminuyeron sus vuelos ante una caída dramática en su demanda. Muchas compañías americanas, como América Airlines, Delta y United Airlines fueron apoyadas por el Estado a fin de evitar su quiebra. Otras compañías internacionales, como Swissair no fueron tan afortunadas y se vieron enfrentadas a una quiebra. La contracción de estas actividades económicas genera efectos multiplicadores negativos sobre el resto de los sectores de la economía. Las pérdidas en estas industrias son de miles de millones de dólares.
La situación internacional previa a los atentados de las torres no era buena. Estados Unidos mostró un crecimiento de 0,3 % en el PIB del segundo trimestre del 2001 y una caída -0,4 % en el tercer trimestre. Alemania mostraba una caída de -0,1 % en el PIB del segundo y del tercer trimestre de este año., Bélgica mostraba evidencia de una importante recesión con una caída del PIB de -2,4 % en el segundo trimestre de este año, y en general toda la euro zona mostró un crecimiento promedio de sólo 0,2 % del PIB en el segundo trimestre. En el Asia, Japón mostraba una caída en el PIB de -3,2 % en el segundo trimestre el que se habría agravado en el tercero. Taiwan mostraba una caída del PIB de -2,4 % en el segundo trimestre, y de -4,1 % en el tercero. Singapur, por su parte presentaba una caída de -5,6 % en el PIB del tercer trimestre.. Tan sólo China escapa a esta tendencia de desaceleración mundial mostrando crecimientos superiores al 7 % anual.
La política económica de Estados Unidos ha tratado de evitar la recesión a toda costa. Una política monetaria cada vez más expansiva ha visto recortar sistemáticamente las tasas de interés de referencia hasta un punto que se encuentran bajo el nivel de inflación. La política fiscal ha tomado un sesgo fuertemente expansivo, en la forma de recortes tributarios y aumento del gasto público, en un claro intento por estimular la demanda agregada. Esta situación ha llevado a muchos analistas a proyectar una recesión corta para Estados Unidos, aún cuando esta pueda ser profunda.
La hipótesis anterior - de una recesión fuerte pero corta --- se ha popularizado en términos de la teoría de la V. Esta recesión, a diferencia de las anteriores, no tendría la forma usual de una U sino de una V gracias a los fuertes estímulos fiscales y monetarios. Se aventura que cabría esperar caídas en el PIB de Estados Unidos entre el tercer trimestre de 2001 y el segundo trimestre del 2002. Tan sólo en el tercer trimestre del 2002, se espera que la economía americana de señales de crecimiento positivo.
La importante influencia de la economía de Estados Unidos en el resto del mundo haría pensar que este ciclo negativo se transmitiría a muchos países de Europa y Asia, configurando un cuadro de recesión mundial para el primer semestre del 2002. Esta recesión sería de corta duración y terminaría cuando la "locomotora norteamericana" salga a flote de sus problemas.
En el caso de nuestro país, este shock negativo se va a transmitir a través del comercio exterior. La reducción de la demanda por las exportaciones chilenas va a significar menores precios por los productos exportados y probablemente una reducción en las cantidades exportadas. Ello va a significar una probable desaceleración en el ritmo de crecimiento de la economía y una caída en el ingreso nacional. Nos esperan tiempos complicados, sobre todo en el primer semestre del 2002. Sin embargo, en la medida que la economía norteamericana retome su ritmo de crecimiento en el segundo semestre del próximo año, es posible pensar que la economía chilena vuelva a retomar un ritmo de crecimiento más normal hacia fines del 2002.


http://www.arqhys.com/torres-gemelas.html

martes, 11 de diciembre de 2007

¡¡¡UN ADIOS INESPERADO!!!




































"ADIOS A LAS GEMELAS".



El día 11 de Septiembre del año 2001 supuso una enorme conmoción a nivel mundial. Millones de personas acudían perplejas desde todo el mundo al desmoronamiento de las dos Torres Gemelas de Nueva York. Dos aviones habían derruido el sueño americano. Los teleespectadores de todos los países del planeta asistían a un espectáculo desconcertante que los medios no hacían sino que repetir y volver a repetir. Las conjeturas de los primeros momentos se iban cimentando rápido y antes de lo que nadie pudiera creer la noticia, los atentados del 11 de Septiembre era un hecho comprobado y demostrado. Aquellos dos monolitos ciclópeos a la avaricia y a la soberbia se habían desvanecido, transmutados en polvo por el efecto de dos aviones secuestrados y dirigidos a la fuerza por kamikaces musulmanes. Fanáticos, sin duda, sin respeto a la vida, alentados por el Corán en una Guerra Santa, esa Jihad sin sentido contra los Estados Unidos y todo el mundo libre. La pantalla de los televisores de todo el mundo se llenó de polvo y humo. Especiales sensacionalistas sobre la tragedia humana, con ese estilo carroñero exclusivamente propio de los medios de comunicación, exhibieron las imágenes más impactantes y crueles. Cuerpos cayendo al vacío huyendo de la carbonización a manos de las llamas, gente atrapada clamando ayuda, desesperación, llantos, cuerpos muertos... La delicadeza de los programas informativos y especiales dedicados al terrible evento extendió una feroz condolencia y un piadoso rencor entre millones de televidentes. Condena por parte de todos los dirigentes mundiales. Luto y minutos de silencio por doquier, en cada parlamento, escuela, instituto, espectáculo deportivo, programa televisivo. Una repulsa desaprobatoria con sabor made in Hollywwod en cada hueco de este desprestigiado planeta. Todos los bienpensantes demócratas clamaron indignados contra el nuevo villano que los cátodos difundían incansables: Osama Bin Laden, un tipo barbado en apariencia musulmán y eternamente amenazante.
Millonario, de origen incierto, motivaciones menos claras, turbante y un mal inglés bastan para crear un arquetipo, un reclamo, una imagen sobre la que descargar nuestros Dos Minutos de Odio y tener la certera convicción de la existencia de alguien a quien culpar por lo ocurrido. Esa mente enferma, fanática, desquiciada por el odio era la respuesta que el ciudadano medio necesitaba. El icono catársico. Osama Bin Laden. Terrorismo. Sencillo y directo, fácil de asimilar. Sin tramas ni complicados intereses soterrados. Al-Qaeda, esa red fantasma que actúa por todo el globo sin que ningún servicio secreto pueda hacer nada a tiempo. No se les localiza hasta que cometen sus réprobos actos. Vídeos del terrorífico y maligno ente barbado se suceden en todos los especiales y telediarios de todos los países esporádicamente y durante un largo tiempo. Que nadie olvide que existe una sempiterna amenaza. Luego se revela que se esconde en Afganistán, un infierno para las mujeres y un paraíso para el Islam ultra ortodoxo. La figura de Bin Laden permanece de incandescente actualidad pero pasa a un segundo plano. Ahora los avances informativos, los telediarios y documentales de investigación abren una nueva puerta, a esa que ese misterioso personaje que asesinó a miles de personas el 11 de Septiembre nos ha conducido: Afganistán. La piedra en el zapato soviético resulta ser cobijo para terroristas.

http://www.laangosturadigital.com.ar/v2/noticia.php?id_noticia=168&origen=web




Los talibanes, gente hasta hace dos días desconocida para el 95% de los occidentales, aquellos a los que los yankis apoyaron y llevaron al poder durante su conflicto liberatorio contra la U.R.S.S., quedan al desnudo ante el angular de los rigurosos y objetivos medios de comunicación. Tiranos fanáticos, mantienen un gobierno despótico integrista que comete tantas violaciones de los derechos humanos que es imposible no mostrárnoslas para que despertemos de nuestro cómodo letargo y aprobemos lo que haya que aprobar para que aquella barbarie inefable se acabe. Mujeres estranguladas bajo gurkas, silenciada su voz por el macho islámico, censura que amortaja la libertad de prensa, cubil de terroristas archipeligrosos, derechos humanos pisoteados, pobreza y miseria sin parangón, analfabetismo,... Era como si ese país recóndito hubiera materializado toda la maldad del planeta en un solo año. Nunca antes había importado como vivía la mujer afgana bajo el régimen talibán. Ningún periódico, radio o informativo había centrado antes sus reportajes y noticias en aquella sequedad arenosa que llaman Afganistán ni en las gentes que moran en ella. Ahora, aderezado por amenazas de Bin Laden, se sucedían los especiales y reportajes sobre el pequeño país que hizo frente a los soviéticos. Los estadounidenses se encargaron de recordarnos lo peligroso que era aquel popular desconocido. Había que neutralizarlo. Encontrarlo fuere como fuere y extirpar del mundo ese peligro para que las admiradas democracias occidentales de corte neoliberal pudieran seguir celebrando reuniones del G-8 y planificando el desarrollo y bienestar del mundo libre. Cualquier método sería válido en una situación extrema como esa. Hasta quizá una invasión que de otra manera el gran público, esa masa de ciudadanos que componen los Estados, no hubiera aprobado. La zanahoria dispuesta ante el burro. Restaba aguardar el movimiento. El pueblo afgano sería liberado de ellos mismos y, de paso, el oleoducto que iba a pasar por el país podría hacerlo sin problema conectando miles de metros cúbicos bajo la tutela estadounidense.
Bin Laden no apareció pero pronto se olvidó ese detalle. Los media centraron sus noticias en otra dirección, nuevos espectáculos que exorcizaron al anterior a archivos olvidados. Poco a poco, aquel conato bélico en busca de justicia infinita, aquel conflicto relámpago que salpicó nuestras pantallas y periódicos durante algunos días, se extinguió. Nadie pidió explicaciones. Los cabos sueltos quedaron sin atar. Los gobiernos implicados en el conflicto ocuparon sus agendas con nuevos asuntos internacionales y aquella tragedia humana se escurrió por el sumidero. Pero no todo se obvió. Nuevos y amenazantes conceptos se erigieron cual torres monolíticas anteriores al 11 de Septiembre.
Terrorismo. La Nueva Palabra clave en el ideario de los poderosos. El 11 de Septiembre y su explotación mediática supuso un nuevo filón para los dirigentes de los Estados. Bajo el emblema de terrorismo se abre una nueva posibilidad de ablación de los derechos humanos y represión ante los grupos disidentes a la estructura económica, y política global. En la lucha contra el terrorismo todo vale. La guerra sucia está justificada y sólo basta acusar a cualquier persona u organización como terrorista para aplicarle sentencias sin precedente en la historia contemporánea. El nuevo código penal del Estado español eleva el número de días de incomunicación de un individuo acusado hasta 14 días, más del doble del que Turquía permite (siendo este último país referencia en cuanto a brutalidad carcelaria y penas más represivas se refiere). Valga este aterrador dato como ejemplo. Además, parece ser que las acusaciones por terrorismo no hace falta probarlas. Solo el simple hecho de relacionar nominalmente a ese individuo u organización con el terrorismo y unas imágenes dudosas en el noticiario bastan para que las condenas más severas caigan sobre él/ella. La opinión pública lo aplaudirá con tan solo oír el vocablo terrorista o violento. Vincular un movimiento, organización o persona con este nuevo fantasma supone desacreditarlo y da la más que probable opción de censurarlo, prohibirlo, boicotearlo, encarcelarlo y reprimirlo. Una hábil campaña mediática será suficiente para que la opinión general del ciudadano sea favorable a los dictámenes del gobierno. Frente a esta oleada a nivel mundial de represión y vejación de derechos el individuo que se niega a aceptar la oficialidad y se encuentra desprotegido y atemorizado. Ese temor de ser reprimido evita que se actúe y esa anulación de la capacidad de actuación del ser humano (que no es más que dicho con otras palabras la inhibición de su libertad) es el triunfo del Estado neoliberal. Su meta, lo que persigue, esa purga sutil de todo lo que se oponga a sus intereses y al voraz desarrollo de su economía está mucho más cerca. El 11 de Septiembre del año 2001 marcó un antes y un después. Un punto de inflexión hacia el perseguido y anhelado pensamiento único. O con nosotros o con los malvados terroristas. Sólo una pregunta abre una duda dolorosa para aquel que se la plantee: ¿Quién se benefició de aquellos atentados?.
Esta cuestión fue la que empezaron a platearse una pequeña gran facción de individuos mal pensantes. Cuestionar la versión oficial. Esa disidencia intelectual sospechó que algo no encajaba en las explicaciones que daba la Casa Blanca. El gobierno estadounidense ocultaba algo y saltaba a la vista dados los elocuentes indicios que se pasaron por alto (o se conocían pero confiaron en la alienación de la ciudadanía que no disentiría de la oficialidad divulgada). Declaraciones contradictorias, puntos dudosos en la versión oficial, incoherencias en las explicaciones hacían insostenible la propuesta gubernamental de los atentados. Comenzaron a surgir artículos, informes y libros que denunciaban la manipulación descarada que estaba llevándose a cabo por las compañías norteamericanas. Pruebas desgarradoras mostraban a la opinión pública los intereses ocultos de la administración Bush y de la permisividad de sus sistemas de seguridad conocedores de los atentados. Y no era la imaginación paranoide de varios dementes de la extrema izquierda. Eran aportes sostenidos por datos, números y nombres que ligaban toda la trama a una eterna: el ansia económica. Pese a ello, no se dio repercusión a esas entrevistas y publicaciones. Ningún medio público hizo eco de las acusaciones contra el gobierno de Estados Unidos. El circo mediático estaba ocupado por la rigurosa información oficial. Solo unos pocos y pequeños canales abrieron su limitada voz a esos pensadores y activistas.
Fruto de esos esfuerzos por parte de unos pocos puedo reproducir aquí la entrevista que incluyo a continuación. Shoenman disecciona paso a paso toda la versión del gobierno de los Estados Unidos de América y la refuta punto por punto llegando a ofrecer un todo que hiela la sangre. Proporciona datos, cifras e intereses que sobradamente justificarían la trama que se oculta tras la nube de polvo que las dos enormes Torres Gemelas dejaron al caer. El Pentágono tiene mucho que explicar. El terrorismo geométrico de los Estados Unidos de América alarga su sombra en estos albores del siglo XXI aún y cuando tantos Jacobos Arbenz, Salvadores Allende, Malcolms X, Monseñores Romeros, Lithers Kings, Farabundos Martí, Che Guevaras, Augustos Cesares Sandino, ofrecieran su vida contra el voraz imperialismo homicida de la Casa Blanca. ¿Habrán de transcurrir otros cincuenta años para que la historia desclasifique los macabros sucesos del World Trade Center?. ¿Qué tipo de intereses pueden llevar a un gobierno a tan cruentos actos?. Creo que las palabras de Shoenman se bastan a sí mismas y ponen contra las cuerdas las explicaciones de la Casa Blanca.

http://www.biografiasyvidas.com/reportaje/bin_laden/

http://es.wikipedia.org/wiki/George_W._Bush






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LAS TORRES Y SU CAIDA.

11 DE SEPTIEMBRE DE 2001.


Una investigación a fondo de los eventos del 11 de septiembre del físico Steven E. Jones, profesor de la Universidad Brigham Young, concluyó que la explicación oficial para el derrumbe de los edificios del Centro Mundial de Comercio (WTC, en inglés) resulta inverosímil según las leyes de la física. Jones y otros 50 colegas están reclamando una investigación científica independiente e internacional «no guiada por intereses politizados y restricciones, sino por observaciones y cálculos».Trayendo a la realidad la explicación oficial del colapso de los tres edificios del WTC, Jones citó el completo, rápido y simétrico desplome de las torres; las explosiones horizontales (mechas) evidenciadas en las películas de los derrumbes; el hecho de que la antena cayó primero en la torre del norte, sugiriendo el uso de explosivos en las columnas de la base; y las grandes piscinas de metal fundido observadas en las áreas del sótano de ambas torres.Jones miembro del movimiento científico Scholars for 9/11 Truth (Científicos por la Verdad) también investigó el derrumbamiento del WTC 7, uno de los 47 edificios de la historia que no fue impactado por los aviones, pero al caer dejó su propia «huella» de manera semejante a una demolición controlada. El WTC 7 albergaba dependencias del Servicio Secreto de EEUU, del departamento de Defensa, Servicio de Inmigración y Naturalización, Comisión de Seguridades e Intercambio de EEUU, Oficina de Manejo de Emergencias del Alcalde, Consejo Regional del Servicio de Renta Pública y de la Agencia Central de Inteligencia. Muchos de los expedientes del escándalo de la contabilidad de Enron fueron destruidos cuando el edificio se vino abajo.Jones reclama que el National Institute of Standards and Technology (NIST) o Instituto Nacional de Estándares y Tecnología, no hizo caso de la física y de la química en lo qué sucedió el 11 de septiembre (9/11) e inclusive manipuló sus pruebas a fin de adecuarlas para conseguir una hipótesis generada por computadora sobre el resultado final del colapso e, incluso, no se interesaron en investigar la posibilidad de una demolición controlada. También cuestiona las investigaciones conducidas por FEMA (sigla en inglés de la Federal Emergency Management Agency) y la Comisión del 9/11.Resultados dudosos del informe:Nunca ningún edificio de estructura de acero colapsó debido al fuego, antes o después de las torres del WTC. Pero los explosivos pueden romper con eficacia las columnas de acero.El edificio WTC 7, que no fue impactado por los aviones secuestrados, colapsó en 6,6 segundos, justo 0,6 de segundo más de lo que demoraría en caer un objeto desde la azotea hasta golpear la tierra.«¿Donde está el retraso previsto por la conservación del ímpetu, una de las leyes fundacionales de la física?, pregunta Jones. Es decir, como las caída de los pisos superior golpeó los pisos inferiores dejando intactas las columnas de acero, tal caída debió ser impedida significativamente por la masa impactada».«¿Cómo logran caer tan rápidamente los pisos superiores y, entonces, todavía conservar el ímpetu en los edificios derrumbándose? La paradoja -dice Jones- se resuelve fácilmente por la hipótesis de la demolición controlada, donde los explosivos removieron rápidamente el material de los pisos inferiores, incluyendo el soporte de las columnas de acero, y permitieron el colapso a una velocidad cercana a la caída libre». Estas observaciones no fueron analizadas por FEMA, NIST o la Comisión 9/11.Un derrumbe por causas no explosivas típicamente amontona virutas de concreto roto. Pero la mayoría del material de las torres fue convertido en harina, como polvo, mientras los edificios estaban cayéndose. «¿Cómo podemos entender este comportamiento extraño, sin explosivos? Extraordinario, asombroso, y exigimos un escrutinio puesto que los informes financiados por el gobierno de EEUU no pudieron analizar este fenómeno».Los soportes de acero «en parte se evaporaron», pero se requieren temperaturas cercanas a 5.000 grados Fahrenheit [2760 grados C°] para evaporar el acero y ningún material de oficina ni el combustible diesel pueden generar temperaturas tan altas. El fuego causado por el combustible (fuel oil) del motor a reacción de los aviones secuestrados duró a lo sumo unos minutos y la combustión de los materiales de oficina consumidos por el fuego dura aproximadamente veinte minutos en cualquier locación dada.El metal fundido encontrado en las ruinas del WTC pudo haber sido el resultado de una reacción de alta temperatura de un explosivo normalmente usado como el thermite. Edificios no destruidos por explosivos «tienen insuficiente energía dirigida como para producir la fundición de grandes cantidades de metal», dice Jones.Si numerosos observadores ubicados adentro y cerca de las torres escucharon explosiones múltiples, ruidosas y en secuencia rápida, y estas explosiones ocurrieron debajo, lejos de la región donde impactaron los aviones ¿cómo tantas personas pudieron superar esos obstáculos?«...Acontecimientos orquestados por el gobierno...»Jones, al frente de un grupo llamado «Eruditos o Científicos por la Verdad del 9/11» (ya un miembro de esta asociación ha sido asesinado en extrañas circunstancias), en enero de 2006 llamó a una investigación internacional sobre los ataques y llegó tan lejos como acusar el gobierno de EEUU de un encubrimiento masivo.Creemos que los más altos funcionarios del gobierno han encubierto hechos cruciales sobre lo qué realmente sucedió el 11 de septiembre’, dijo el grupo en una declaración. ’Creemos que estos acontecimientos pudieron haberse orquestado por la administración para manipular a los ciudadanos estadounidense para obtener apoyo a sus políticas en el país y en el extranjero.El grupo está liderado por Jones y James H. Fetzer, profesor emérito (McKnight de filosofía) de la Universidad de Minnesota Duluth, y participa un grupo de 50 académicos y expertos, incluyendo a Robert M. Bowman, ex director del programa de defensa del espacio de EEUU conocido como «Guerra de las Galaxias», y Morgan Reynolds, ex jefe de economistas del departamento del Trabajo en el primer período del presidente George W. Bush.






6 años despues: el fracaso de Bush.




La primera reacción exterior de EEUU fue invadir Afganistán ese mismo 2001. Una acción ilegal, según el Derecho Internacional, de enorme contenido geopolítico, pues sirvió a Washington para penetrar en Asia Central y establecer bases militares en el espacio ex soviético. No existía relación alguna entre el régimen talibán y los autores de los atentados, pero Afganistán era una víctima fácil y, sobre todo, un país estratégico en términos geopolíticos. Desde Afganistán podía EEUU –según los estrategas del derrumbado sueño de un mundo dominado desde Washington- ejercer influencia sobre las nuevas repúblicas de Asia Central, neutralizar los intentos de Rusia por restablecer su ascendiente y controlar posibles rutas del petróleo centroasiático hacia los mercados mundiales. Sueño que terminará naufragando ante la resistencia enconada de los derrocados talibanes, como demuestra el hecho de que, hace pocos días, el jefe de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), sustituta de EEUU en la guerra afgana, ha requerido más soldados y material militar, dada la magnitud de la resistencia.A la invasión de Afganistán siguió la de Iraq, que ha terminado en un desastre militar, una debacle política y una hecatombe humanitaria. Más de 200.000 iraquíes han perecido, el país esta destruido y la situación militar se ha empantanado, al punto que EEUU se ha visto obligado a enviar 14.000 soldados más, para detener el ascenso de la actividad guerrillera. Los hechos desmienten lo sostenido de palabra, en el sentido de que la situación iraquí mejoraba. En agosto, las tropas de ocupación tuvieron 59 muertos, frente a 36 en julio, cifras que pueden resultar incompletas pues, según se conoce, hasta un 30% de soldados –la mayor parte latinoamericanos- no poseen nacionalidad estadounidense y el mando militar usa ese tecnicismo para no contabilizar como bajas propias a los muertos y heridos no estadounidenses. Del incremento de la efectividad de la resistencia iraquí y del número de ataques da fe el dato de que la resistencia colocó, en enero de 2006, 1.414 artefactos explosivos de fabricación artesanal contra los ocupantes y sus colaboradores, cifra que fue de 2.625 en el mes de julio. Fuentes citadas por The New York Times admitían el aumento del respaldo popular a la guerrilla iraquí y su creciente capacidad para combatir la ocupación.Al desastre de la invasión de Iraq siguió, hace semanas, el ataque criminal de Israel contra Líbano, so pretexto de combatir a la organización guerrillera Hezbolá. Nunca, como durante esa guerra de agresión, sufrió el ejército israelí una humillación mayor. Además de no alcanzar ninguno de los objetivos propuestos –particularmente la derrota y desarme de Hezbolá-, vio su territorio bombardeado y sufrió bajas considerables, viéndose hoy en el compromiso humillante de negociar con Hezbolá la liberación de los soldados presos, cuya captura sirvió de pretexto para la agresión.Tres guerras en cinco años, que resultaron en chasco militar y sólo han dejado un mundo más incierto e inestable. En ese sentido, la guerra contra el terrorismo declarada por la administración Bush sólo ha servido para destruir el orden jurídico internacional y promover una nueva carrera armamentista a nivel mundial. Ha provocado, además, un alza grave de los precios del petróleo, que ha golpeado sobre todo a los países pobres no productores, aumentando la miseria en el mundo (como se ha visto en Nicaragua) y añadiendo inflación y altos grados de volatilidad a la economía mundial.La lucha antiterrorista ha llevado también, en EEUU y otros países, a aprobar leyes que violan gravemente los presupuestos más sagrados de los derechos humanos. La lista de violaciones es extensa, pero deben destacarse la “Patriotic Act”, campos de concentración como el de Guantánamo, el establecimiento de cárceles secretas (reconocidas por Bush), el secuestro de sospechosos y la reducción de las libertades fundamentales. http://www.elvoceromi.com/columna_det.php?col_id=29&column_id=265 La lucha antiterrorista está sirviendo de pretexto, según han denunciado Amnistía Internacional, el Parlamento Europeo y distintos órganos de Naciones Unidas, para que EEUU vulnere esos derechos, en demasiados casos con consecuencias letales. Su ejemplo, por demás, ha sido seguido por una pluralidad de gobiernos, que bajo la excusa de la lucha antiterrorista, persiguen a sus opositores o justifican pucherazos, como ocurre en Egipto, Paquistán o Indonesia, todos aliados estratégicos de EEUU.Los resultados prácticos de la lucha antiterrorista dirigida desde Washington son más que decepcionantes. Aunque EEUU puede apuntarse como su mayor éxito haber impedido la comisión de nuevos atentados en territorio estadounidense, fuera de EEUU los efectos han sido desoladores. Según el informe que publica anualmente el Departamento de Estado sobre terrorismo en el mundo, presentado en abril de 2006, en 2005 se produjeron unos 11.000 ataques terroristas en todo el mundo, provocando la muerte de 14.600 personas. Si se considera que en 2004 se registraron 651 atentados terroristas “significativos”, con resultado de 1.907 víctimas mortales, el informe de 2006 multiplica por veintitrés el número de ataques terroristas y por ocho el número de víctimas, cifras que hacen innecesaria cualquier valoración sobre la efectividad de la política antiterrorista del gobierno Bush.El fracaso se hace más evidente tomando los datos del informe 2004 sobre el año 2003, durante el cual fueron registrados 208 actos terroristas, con resultado de 625 muertos (en el año 2002, según el informe del Departamento de Estado de 2003, se registraron apenas 198 atentados). En otras palabras, la política antiterrorista de Bush ha obrado el milagro de multiplicar el terrorismo como si de pan y de peces se tratara, convirtiéndolo de fenómeno residual y casi figurativo, en una lacra internacional, sobre todo en los países que ha invadido, como sucede en Iraq y Afganistán.Ni siquiera Al Qaeda, responsable de los atentados del 11 de septiembre, ha podido ser destruida. El informe 2006 afirma que Al Qaeda ha perdido parte del control sobre su red y está debilitada, a causa de las detenciones y muerte de algunos de sus operativos, pero admite que dicha organización sigue siendo la amenaza más peligrosa para Estados Unidos.Las propias cifras oficiales del Departamento de Estado llevan a concluir que la lucha antiterrorista promovida por EEUU, en vez de provocar una reducción de las actividades y actos terroristas, ha producido su eclosión. Este hecho evidente, así como el escenario de inestabilidad provocado, ha tenido un tercer efecto: la lista de aliados de EEUU se ha ido reduciendo drásticamente, buscando los países vías alternativas y propias para combatir el fenómeno criminal. La soledad creciente de Washington se comprueba revisando el número de países que han decidido retirar sus contingentes y tropas de Iraq, un total de 14 hasta este mes de septiembre, del total de 38 que lo hicieron al principio de la guerra. A ellos habrá que sumar cinco más (Italia, Países Bajos, Ucrania, Noruega y Singapur), que lo harán en lo que resta de año.A cinco años de los atentados contra las Torres Gemelas, Washington está más aislado y débil que nunca, resultado natural de una política violenta e ilegal y, sobre todo, contraproducente e inútil. Un balance desolador, tomando en cuenta los inmensos recursos invertidos por EEUU, políticos, económicos y militares, señal insoslayable de su declive como superpotencia mundial. Como le ha ocurrido a otros imperios que le precedieron, el sueño de dominio global ha terminado por provocar el efecto inverso: acelerar su declive y apuntalar el poder de las potencias emergentes. No se ha producido ningún fin de la historia. Solamente un punto y aparte.
Fuente: Voltairenet.org